El acero inoxidable posee una característica única: se auto-repara. Debido a los elementos de aleación del acero inoxidable, se forma una "capa pasiva" fina y transparente en la superficie.
Incluso cuando la superficie del acero inoxidable está arañada o dañada de cualquier otro modo, esta capa pasiva, que sólo tiene unos átomos de espesor, se vuelve a formar de manera instantánea con la presencia del oxígeno procedente del aire o del agua.
Esto explicaría por qué el acero inoxidable no necesita ningún tipo de recubrimiento, u otro tipo de protección, ante la corrosión para seguir manteniendo ese aspecto brillante, incluso después de haberlo usado durante décadas.